La Economía. Imagen de Sabine van Erp en Pixabay

La economía invisible de los cuidados: El trabajo no remunerado que sostiene al mundo

La economía de los cuidados se refiere a todas aquellas actividades de apoyo y mantenimiento necesarias para la reproducción y el bienestar de las personas, como el cuidado de niños, ancianos y personas con discapacidad, así como las tareas del hogar. Estas actividades son fundamentales para el funcionamiento de la sociedad, pero suelen ser invisibles en términos económicos porque no se remuneran ni se contabilizan en los indicadores tradicionales como el Producto Interno Bruto (PIB).

El trabajo no remunerado y su impacto

En muchas culturas, este tipo de trabajo ha sido históricamente realizado por mujeres, quienes dedican un tiempo significativo a estas tareas sin recibir una compensación económica a cambio. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres dedican más del doble de tiempo que los hombres al trabajo de cuidados no remunerado a nivel mundial. Esto tiene implicaciones importantes no solo en la igualdad de género, sino también en el desarrollo económico.

¿Por qué es importante?

El cuidado no remunerado es esencial para el bienestar social y para el desarrollo de capital humano. Sin este trabajo, las economías no podrían funcionar. Por ejemplo, si nadie cuidara de los niños, los padres no podrían trabajar, lo que impactaría directamente en la productividad económica. De manera similar, si no se cuidara a los ancianos o personas enfermas, el sistema de salud colapsaría bajo la presión de atender a una población que necesita cuidados continuos.

¿Cómo sostiene este trabajo a las economías?

El soporte a la fuerza laboral

El cuidado no remunerado actúa como un soporte fundamental para la fuerza laboral remunerada. Los trabajadores y trabajadoras pueden realizar sus empleos porque alguien se encarga de las tareas domésticas y de cuidado en casa. Esto es especialmente evidente en hogares con niños pequeños o personas mayores que requieren asistencia constante.

Reducción de costos para el Estado

El trabajo de cuidados no remunerado también reduce costos para el Estado. Si las familias no se hicieran cargo de cuidar a sus miembros vulnerables, el gasto público en servicios de atención y salud aumentaría significativamente. En muchos países, este ahorro no se reconoce ni se valora adecuadamente, lo que perpetúa la invisibilidad de estos cuidados.

Desigualdad de género y trabajo de cuidados

Una de las principales consecuencias del trabajo no remunerado es que amplía la brecha de género en el ámbito laboral. Las mujeres, al dedicar más tiempo a estas tareas, tienen menos oportunidades para participar en el mercado laboral remunerado, y cuando lo hacen, suelen estar en empleos de menor calidad o salario. Además, este tipo de trabajo limita el tiempo que pueden dedicar a su educación y desarrollo profesional, creando un ciclo de desigualdad difícil de romper.

La doble jornada

En muchos casos, las mujeres enfrentan la llamada «doble jornada», que consiste en cumplir con sus obligaciones laborales y luego regresar a casa para encargarse de las tareas de cuidado. Esto genera altos niveles de estrés y agotamiento, afectando su salud física y mental.

El valor económico de lo invisible

Aunque no se refleja en cifras oficiales, el trabajo de cuidados no remunerado tiene un valor económico real y significativo. Estudios estiman que, si se contabilizara, podría representar entre el 10% y el 39% del PIB, dependiendo del país y del método de valoración. Esto implica que, en muchos casos, este tipo de trabajo tiene un valor económico superior al de sectores como la industria o el comercio.

Medición y reconocimiento

Una forma de hacer visible este valor es a través de la contabilidad del trabajo no remunerado. Algunos países han empezado a incluir en sus cuentas nacionales estimaciones del valor del trabajo doméstico y de cuidados, pero aún queda un largo camino por recorrer para que se reconozca su verdadero impacto en la economía.

Políticas para equilibrar la carga de cuidados

Para abordar esta desigualdad y hacer visible la economía de los cuidados, es necesario implementar políticas que apoyen a quienes realizan estas tareas:

Servicios de cuidado accesibles

Proveer guarderías, residencias para ancianos y servicios de cuidado accesibles y de calidad ayudaría a reducir la carga que enfrentan muchas familias. Esto también permitiría que más personas, especialmente mujeres, pudieran incorporarse al mercado laboral.

Licencias parentales y flexibilidad laboral

Las políticas de licencia parental remunerada y opciones de trabajo flexible permiten a los padres y cuidadores compartir las responsabilidades de cuidado de manera más equitativa. En países donde estas políticas están bien desarrolladas, la brecha de género en el empleo tiende a ser menor.

Valoración económica del cuidado

Una propuesta es la creación de sistemas que retribuyan económicamente a las personas que realizan estos trabajos, a través de subsidios, pensiones o salarios para cuidadores. Esto no solo dignifica el trabajo de cuidados, sino que también lo integra en la economía formal.

Un cambio necesario en la percepción

Para que la economía de los cuidados deje de ser invisible, es necesario un cambio en la percepción social y política de su valor. Reconocer la importancia de este trabajo y redistribuirlo de manera más equitativa es fundamental para construir sociedades más justas e inclusivas.

El cuidado no es solo una cuestión privada o familiar; es un pilar fundamental de la economía y el bienestar social. Darle el lugar que merece es un paso crucial para avanzar hacia una economía que realmente incluya y beneficie a todas las personas.